La electrólisis salina es una solución desinfectante totalmente natural y reciclable, se puede instalar en una piscina ya construida y por supuesto en una de nueva construcción.

Si hasta ahora el tratamiento del agua de la piscina lo realizas de forma manual, empleando cloro en tabletas, pastillas o granulado, y te resulta una tarea tediosa, cuando no arriesgada por la presencia de niños o por temor a excederte en la dosis necesaria, la solución puede ser la electrólisis salina.

En algunos países se emplea esta tecnología desde hace décadas, su éxito es tal que en países como Australia la inmensa mayor de las instalaciones emplean electrólisis salina. ¿Pero en qué consiste exactamente, cuáles son sus ventajas?.

La electrólisis salina es un desinfectante natural, similar al ecosistema del mar, pero con niveles de sal muy inferiores, concretamente la concentración de sal es nueve veces menor a la del agua de mar, y equivalente al agua gaseosa con unos 4 gramos de sal por litro de agua.

Con frecuencia muchos avances tecnológicos se limitan a imitar lo que la naturaleza ya ha creado, la electrólisis salina es un ejemplo más, ya que provocamos una reacción química en agua ligeramente salada para convertir la sal en cloro gaseoso, el cual desinfecta el agua y es totalmente respetuoso con la naturaleza.

Además, el cloro que se pierde como consecuencia de las radiaciones ultravioletas de sol es generado por el sistema de forma automática, de manera que tenemos siempre el nivel de cloro adecuado, si a esto sumáramos un sistema automático para controlar el nivel de pH, podemos tener una calidad de agua muy alta.

Para que el sistema de electrólisis salina funcione, es fundamental que haya un nivel de sal adecuado, como ya hemos comentado debe ser de 4 gramos por litro de agua. Si el nivel de sal está por debajo de esta cifra, la instalación podría verse afectada.

El coste de instalación de un sistema de electrólisis salina puede ser elevado, pero se trata de una inversión cuyo coste se amortiza a largo plazo, es decir, comparado con un consumo normal de productos químicos, la instalación se podría amortizar en seis años, a partir de ahí sería un ahorro considerable en el gasto de productos químicos.